domingo, 29 de agosto de 2010

Ciclo musical: Discos de prepa

Haré algo así como un ciclo en donde postearé puros discos que escuchaba en la prepa. ¿De dónde salió la idea? Comenzó cuando visité el perfi de Andee, una conocida de lastfm,y vi que había escuchado a Thrice. Entonces recordé lo mucho que me gustaba Thrice en la prepa y, como vieron, ya lo publiqué. Después me encontré con algunas bandas de prepa como At The Drive-In, Alexisonfire, The Fall of Troy, Portraits of Past, Funeral Diner y volví a traumarme como en su tiempo. Así decidí que la mayor parte de las cosas que publicaré en los próximos días serán esos discos que yo escuchaba cuando iba a la prepa y era menos tonto.

Thrice - The Artist In The Ambulance (2003)

Este bonito blog ya lleva casi una semana muerto y eso sí que no puede ser. No he dejado de subir cosas por desinterés, sino por falta de tiempo. Como sea, ya estoy de vuelta y espero que ya no austentarme tanto. Así que para celebrar mi regreso dejaré un excelente disco que desde hace varios días quería subir.

Thrice es una banda estadunidense de Post-hardcore procedente de Irvine, California. Nacida en 1998 la banda tiene una historia un poco larga, así que sólo les diré que han editado 7 álbumes de estudio, 1 álbum en vivo y 6 EP's. Aparecieron en el primer volumen del famoso compilado Punks Goes Pop. A lo largo de su carrera la banda ha ido cambiando su estilo musical, cosa buena para unos y mala para otros; y para serles sincero yo no he escuchado mucho de sus trabajos más recientes, pero creo que prefiero los primeros álbumes. Por último, algo que llama mucho la atención es que después de 12 años de existencia, la alineación de Thrice es exactamente la misma: Dustin Kensrue (guitarra y principal vocalista), Teppei Teranishi (guitarra, teclado y segundo vocalista), Eddie Breckenridge (bajo y segundo vocalista) y Riley Breckenridge (batería y percusiones).

Este es el tercer álbum de la banda y sin duda mi favorito. Verdadero Post-hardcore de la escuela de los 90's en donde se alcanzan a distinguir elementos del Melodic Hardcore que la banda venía haciendo hasta el momento. ¿La voz? La voz es de cuando las bandas Post-hardcore no necesitaban cantar como niños de 13 con voz "linda" que a veces se confunde con la de una chica. Un disco rápido, melódico, agresivo en ciertos momentos, pero hecho con mucha pasión, la cual se transmite muy bien. Este álbum es para escucharse en el camino a casa después de haber salido de la escuela. A pesar de que Thrice ha cambiado su estilo con el tiempo, los considero como una de las mejores bandas de Post-hardcore moderno junto con Thursday y Alexisonfire.

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domingo, 22 de agosto de 2010

Suffocate For Fuck Sake - Blazing Fires and Helicopters on the Front Page of the Newspaper. There’s a War Going On and I’m Marching in Heavy... (2008)

"¿Qué harías si supieras que ésta es la última noche del mundo?" Ray Bradbury.

Suffocate For Fuck Sake es una banda sueca de Post-rock/Post-metal. Casi no hay información de ellos pues, a pesar de haber creado uno de los mejores disco de Post-rock (el disco que subo hoy), cuentan con muy poca popularidad. Se formaron en el año 2005 aproximadamente y en ese año lanzaron su primer EP homónimo. Quién sabe que tanto hicieron en los tres años posteriores, pero lo que sí es seguro es que se preocuparon por seguir haciendo música de calidad. Así, en 2008 lanzaron su primer álbum, Blazing Fires and Helicopters on the Front Page of the Newspaper. There’s a War Going On and I’m Marching in Heavy Boots, que desde el título nos anuncia que no es cualquier cosa. La banda sigue activa, planeando quién sabe qué nuevas cosas.

La banda describe su sonido como "Sigur Rós, Breach, Cult of Luna, Mono, Mogwai, tocando todos al mismo tiempo.” Y habrá que creerles un poco, aunque algo que me ha cautivado es la originalidad de la banda. Cuando uno los escucha a veces resulta complicado distinguir si prefieren tocar Post-rock o Post-metal, porque en realidad les gusta jugar con ambos estilos, que de por sí ya van de la mano. La influencia del Hardcore está presente en el uso esporádico de vocales gritadas y desesperadas. A lo largo de todo el disco abundan los sampleos de una chica hablando del tiempo en el que estuvo en un hospital psiquiátrico, otro elemento que encaja perfecto con la melancolía y la sequedad del álbum. En efecto, es un álbum melancólico, seco, frío; pero que en conjunto resulta hermoso.

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sábado, 21 de agosto de 2010

Jorge Luis Borges - Milonga de Manuel Flores

Manuel Flores va a morir,
eso es moneda corriente;
morir es una costumbre
que sabe tener la gente.

Y sin embargo me duele
decirle adiós a la vida,
esa cosa tan de siempre,
tan dulce y tan conocida.

Miro en el alba mis manos,
miro en las manos las venas;
con estrañeza las miro
como si fueran ajenas.

Vendrán los cuatro balazos
y con los cuatro el olvido;
lo dijo el sabio Merlín:
morir es haber nacido.

¡Cuánto cosa en su camino
estos ojos habrán visto!
Quién sabe lo que verán
después que me juzgue Cristo.

Manuel Flores va a morir,
eso es moneda corriente:
morir es una costumbre
que sabe tener la gente.

viernes, 20 de agosto de 2010

You Say Party! We Say Die! - Lose All Time (2007)

Blablablablabla...

Lose All Time es el segundo álbum de mis muy queridos You Say Party! We Say Die! (ahora sólo You Say Party). Éste es el álbum del que en el 2008 hicieron un remix llamado Remik's Cube. A diferencia del primer álbum, Hit The Floor!, tiene un sonido más inclinado al Dance-punk y menos al Indie-rock; incluso algunos temas tienen algunos tintes oscuros y misteriosos. Un disco lleno melodías extrañas en los teclados a cargo de Krista Loewen, acompañados de la bonita y chillante voz de Becky Ninkovic. Mi álbum favorito de la banda.

Alineación en aquel momento:
Becky Ninkovic - Voz
Derek Adam - Guitarra
Stephen O'Shea - Bajo
Krista Loewen - Keyboards
Devon Clifford (RIP) - Batería

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jueves, 19 de agosto de 2010

Veil Of Maya - It's Not Safe To Swim Today

El 28 de agosto estará por primera vez en México el Summer Slaughter Tour, con bandas de excelente nivel (aunque puro Deathcore) como As Blood Runs Black, Veil of Maya, The Faceless, Winds of Plague, The Acacia Strain y Job For a Cowboy, además de algunas bandas nacionales muy malas. ¡Y claro! ¡Yo no iré! Como de costumbre no tengo dinero para los eventos, sin tomar en cuenta que este sí será bastante caro. Ni modo. Lo que más lamento es que me perderé a As Blood Runs Black y a Veil of Maya, dos de las pocas bandas que saben hacer Deathcore original.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Thursday - Waiting (1999)

Este disco lo había prometido desde hace una semana y apenas tengo tiempo de subirlo. Aunque como no tengo tiempo de escribir una entrada sólo dejo el link. Si les interesa leer la biografía de Thursday pueden checarla aquí (sí, es de Wikipedia).

Este es el primer álbum de la banda y es demasiado bueno, así que imagínense los posteriores. Existieron y existen centenares de bandas Post-hardcore, pero ninguna jamás ha sonado como Thursday. ¿Por qué? Porque Thursday suena a Thursday.

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lunes, 16 de agosto de 2010

Ennio Morricone - A Fistful of Dollars

Sé que no he visto todos los Spaghetti Westerns que existen, sé que A Fistful of Dollars no es el mejor de ellos (aunque es muy bueno), pero aun así sé que A Fistful of Dollars tiene el mejor soundtrack jamás hecho para un Spaghetti. Y lo conozco gracias a un Monstruo por quien he conocido cosas demasiado bonitas, de quien no quiero decir su nombre pero sé que me está leyendo jaja.

sábado, 14 de agosto de 2010

Dead Man In Reno - Self Titled (2006)

Los planes cambiaron. Había prometido que iba a subir a Thursday ayer, cosa que no pude hacer, así que hoy tenía todas las intenciones de hacerlo, pero tampoco lo haré. ¿Por qué? Porque tuve un reencuentro con uno de esos discos que, entre tanta nueva música que descubres, olvidas que te gustaba tanto y que cuando lo reescuchas descubres que ahora te gusta más.

Dead Man In Reno es una banda Metalcore/Deathcore originaria de Tuscaloosa, Alabama. Se formaron en 2003 bajo el nombre de Silent Fall pero, después de varios años de haber tocado en shows locales con ese nombre, lo cambiaron al que tienen actualmente. En 2006 firmaron con un sello del que no me interesa su nombre, pero que les dio la oportunidad de grabar su primer y homónimo álbum. Después de lanzar el disco, la banda pudo hacer un tour por Inglaterra, Escocia y Gales, junto a la banda de Progressive Metal Skith. A su regreso estuvieron un tiempo de gira por los Estados Unidos, aunque terminaron separándose a causa de problemas financieros. En 2008 se reintegraron, con algunos cambios en la alineación, y editaron un EP titulado Ideology. Este EP significó un cambio en el rumbo musical de la banda, pues introdujeron elementos Deathcore a su sonido primario de Melodic Metalcore, aparte de que los hizo obtener un mayor público, ya que es bien sabido que el Deathcore se ha convertido en uno de los géneros más populares del Metal en los últimos años y alrededor de todo el mundo. Por último, a finales de 2009 lanzaron su segundo álbum titulado Ideology, igual que su EP anterior. Para el financiamiento de este último trabajo la banda tuvo que solicitar, por medio de myspace y purevolume, aportaciones a todos aquellos seguidores que pudieran y quisieran contribuir.

Como he dicho antes, este álbum muestra el sonido original de Dead Man In Reno: Metalcore complejo, técnico, melódico y bastante dinámico. La banda hace un uso bastante original y progresivo de los breakdowns, evitando así caer en la monotonía característica de muchas bandas. La armonía entre las melodías y los riffs en las guitarras llega a ser perfecta. Y por cierto, aquella distorsión que usan en las melodías jamás la he escuchado en otro lado, siendo esto un plus. Las vocales agudas y guturales también son bastante únicas, y siempre me han parecido similares a las del vocalista de Alexisonfire. Que alguno me diga si estoy loco. Una que otra voz limpia se cuela en dos o tres temas del álbum, pero sinceramente encajan muy bien. Dead Man In Reno fue una de las primeras bandas Metalcore que conocí y si no me atrevo a decir que son la mejor banda del género, sí me atrevo a decir que están entre las mejores cinco.

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miércoles, 11 de agosto de 2010

Thursday - Streaks in the Sky

Thursday es una de mis bandas favoritas de Post-hardcore y de las mejores que han existido en la historia del género. Por alguna razón que desconozco, me gusta escucharlos en las tardes nubladas y lluviosas. Mañana posteo algo de ellos.



It's just the southern road that you leave by and open windows in your car.
It's the breathing of the city that says leave me behind.

Forget tomorrow side with the open road.
Pulled apart for you.
In the window unlocked and left open.
For the rising sun taking you back home.

If we never meet again it would be too soon.
I'm glad I ran from you and now my life's a mess.
And I'll have to admit that I have made a mistake.
And every path that I take has lead me right back to here.
And I never should have left.

It's just the second chance that I dreamt of.
When you took me into your lives.
But there's a peak we have to climb over
so get a running start.

Sitting here.
Waiting a year.
Hoping for something to change your mind and in this time I'll see that this is all we have.
Before I leave I'm opening that door in my house.
To face the ones I've left behind.
Portrait of a man who stayed.
His face is folded up and grayed.
But there's something in his eyes that tells me this is the life for me.

martes, 10 de agosto de 2010

Antimaster - Self Titled LP (2009)

Cansado y con sueño. Pensando en algo y en alguien, con una sonrisa y una tristeza al mismo tiempo que sólo una persona entiende. En otros temas, en la ciudad ya hace calor, ya llueve, ya se llena el metro (en realidad eso siempre pasa), ya hay ruido por todos lados. ¿Qué le vamos a hacer? Yo sigo aquí publicando y escribiendo para tres personas que han de leer. Y por cierto, como mi comida me espera, esto será brevísimo.

Antimaster es una banda mexicana de Crust/D-beat. Son originarios del D.F., de Querétaro y de San Luis Potosí; y no me pregunten cómo es que son de distintos lados porque yo tampoco entiendo. En 2006 lanzaron su primer self titled. En 2007 lanzaron un split con los ingleses Give Up All Hope. En 2008 publicaron un EP llamado Ciudad Cadáver. Y en 2009, ya bien posicionados en la escena local, sorprendieron con este excelente LP. Si no me he enterado mal, la banda ha tenido tan buena aceptación internacional que ya han estado de gira por la Europa misma.

El sonido es Antimaster es duro, rápido, directo y agresivo. Ellos se describen como D-beat gordo. Yo los describiría como Neocrust o Crust melódico de excelente calidad. Baterías rápidas, voces rasgadas y graves, guitarras melódicas, letras anticapitalistas: Antimaster es una de las mejores bandas Crust que ha dado México y América latina.

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domingo, 8 de agosto de 2010

Contemporary Noise Quintet - Pig Inside The Gentleman (2008)

El día de hoy no digo mucho.

Dejo un álbum de los polacos Contemporary Noise Quintet, aunque ahora que son seis y se llaman Contemporary Noise Sextet. Ellos mismos se describen como Jazz energético, música de cine e improvisación. A los usuarios de lastfm les gusta etiquetarlos como Nu jazz, Contemporary Jazz, Free jazz y Experimental. Muy recomendable.

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viernes, 6 de agosto de 2010

You Say Party! We Say Die! - Remik's Cube (2008)

No sé por qué presiento que este será mi último post dentro de algún tiempo. Miento, sí sé por qué y ya lo dije. Ni qué hacerle. En otros temas, creo que tengo algunas tendencias agorafóbicas. A ver si un día de estos no me desmayo o me da un ataque en la calle. ¡Rezen por mí!

You Say Party! We Say Die! ¡Qué bonito nombre! Lástima que los muchachos ya no se llamen así, pero como el disco fue publicado bajo ese nombre, bajo ese nombre lo publico yo también. ¡Faltaba más! Sólo deben saber que este disco no lo encontré en ningún blog de esos que te busca el google. Puede que yo sea un mal buscadiscos o que, de plano, muy poca gente conozca el álbum. El álbum es una versión remix del disco Lose All Time, que la banda había publicado en 2007. En realidad y por obvias razones la versión original es mejor, sin embargo, este disco es bastante agradable de escuchar. Muy bailable, muy DANCE-punk, muy remix. Algún aventurado dijo que este disco le sonaba a María Daniela y su sonido Lasser. Yo creo que está loco, ¿usted qué opina?

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jueves, 5 de agosto de 2010

Jorge Luis Borges - Funes el memorioso

Lo recuerdo (yo no tengo derecho a pronunciar ese verbo sagrado, sólo un hombre en la tierra tuvo derecho y ese hombre ha muerto) con una oscura pasionaria en la mano, viéndola como nadie la ha visto, aunque la mirara desde el crepúsculo del día hasta el de la noche, toda una vida entera. Lo recuerdo, la cara taciturna y aindiada y singularmente remota, detrás del cigarrillo. Recuerdo (creo) sus manos afiladas de trenzador. Recuerdo cerca de esas manos un mate, con las armas de la Banda Oriental; recuerdo en la ventana de la casa una estera amarilla, con un vago paisaje lacustre. Recuerdo claramente su voz; la voz pausada, resentida y nasal del orillero antiguo, sin los silbidos italianos de ahora. Más de tres veces no lo vi; la última, en 1887... Me parece muy feliz el proyecto de que todos aquellos que lo trataron escriban sobre él; mi testimonio será acaso el más breve y sin duda el más pobre, pero no el menos imparcial del volumen que editarán ustedes. Mi deplorable condición de argentino me impedirá incurrir en el ditirambo —género obligatorio en el Uruguay, cuando el tema es un uruguayo. Literato, cajetilla, porteño: Funes no dijo esas injuriosas palabras, pero de un modo suficiente me consta que yo representaba para él esas desventuras. Pedro Leandro Ipuche ha escrito que Funes era un precursor de los superhombres; “Un Zarathustra cimarrón y vernáculo”; no lo discuto, pero no hay que olvidar que era también un compadrito de Fray Bentos, con ciertas incurables limitaciones.
Mi primer recuerdo de Funes es muy perspicuo. Lo veo en un atardecer de marzo o febrero del año ochenta y cuatro. Mi padre, ese año, me había llevado a veranear a Fray Bentos. Yo volvía con mi primo Bernardo Haedo de la estancia de San Francisco. Volvíamos cantando, a caballo, y ésa no era la única circunstancia de mi felicidad. Después de un día bochornoso, una enorme tormenta color pizarra había escondido el cielo. La alentaba el viento del Sur, ya se enloquecían los árboles; yo tenía el temor (la esperanza) de que nos sorprendiera en un descampado el agua elemental. Corrimos una especie de carrera con la tormenta. Entramos en un callejón que se ahondaba entre dos veredas altísimas de ladrillo. Había oscurecido de golpe; oí rápidos y casi secretos pasos en lo alto; alcé los ojos y vi un muchacho que corría por la estrecha y rota vereda como por una estrecha y rota pared. Recuerdo la bombacha, las alpargatas, recuerdo el cigarrillo en el duro rostro, contra el nubarrón ya sin límites. Bernardo le gritó imprevisiblemente: ¿Qué horas son, Ireneo? Sin consultar el cielo, sin detenerse, el otro respondió: Faltan cuatro mínutos para las ocho, joven Bernardo Juan Francisco. La voz era aguda, burlona.
Yo soy tan distraído que el diálogo que acabo de referir no me hubiera llamado la atención si no lo hubiera recalcado mi primo, a quien estimulaban (creo) cierto orgullo local, y el deseo de mostrarse indiferente a la réplica tripartita del otro.
Me dijo que el muchacho del callejón era un tal Ireneo Funes, mentado por algunas rarezas como la de no darse con nadie y la de saber siempre la hora, como un reloj. Agregó que era hijo de una planchadora del pueblo, María Clementina Funes, y que algunos decían que su padre era un médico del saladero, un inglés O'Connor, y otros un domador o rastreador del departamento del Salto. Vivía con su madre, a la vuelta de la quinta de los Laureles.
Los años ochenta y cinco y ochenta y seis veraneamos en la ciudad de Montevideo. El ochenta y siete volví a Fray Bentos. Pregunté, como es natural, por todos los conocidos y, finalmente, por el “cronométrico Funes”. Me contestaron que lo había volteado un redomón en la estancia de San Francisco, y que había quedado tullido, sin esperanza. Recuerdo la impresión de incómoda magia que la noticia me produjo: la única vez que yo lo vi, veníamos a caballo de San Francisco y él andaba en un lugar alto; el hecho, en boca de mi primo Bernardo, tenía mucho de sueño elaborado con elementos anteriores. Me dijeron que no se movía del catre, puestos los ojos en la higuera del fondo o en una telaraña. En los atardeceres, permitía que lo sacaran a la ventana. Llevaba la soberbia hasta el punto de simular que era benéfico el golpe que lo había fulminado... Dos veces lo vi atrás de la reja, que burdamente recalcaba su condición de eterno prisionero: una, inmóvil, con los ojos cerrados; otra, inmóvil también, absorto en la contemplación de un oloroso gajo de santonina.
No sin alguna vanagloria yo había iniciado en aquel tiempo el estudio metódico del latin. Mi valija incluía el De viris illustribus de Lhomond, el Thesaurus de Quicherat, los comentarios de Julio César y un volumen impar de la Naturalis historia de Plinio, que excedía (y sigue excediendo) mis módicas virtudes de latinista. Todo se propala en un pueblo chico; Ireneo, en su rancho de las orillas, no tardó en enterarse del arribo de esos libros anómalos. Me dirigió una carta florida y ceremoniosa, en la que recordaba nuestro encuentro, desdichadamente fugaz, “del día siete de febrero del año ochenta y cuatro”, ponderaba los gloriosos servicios que don Gregorio Haedo, mi tío, finado ese mismo año, “había prestado a las dos patrias en la valerosa jornada de Ituzaingó”, y me solicitaba el préstamo de cualquiera de los volúmenes, acompañado de un diccionario “para la buena inteligencia del texto original, porque todavía ignoro el latín.” Prometía devolverlos en buen estado, casi inmediatamente. La letra era perfecta, muy perfilada; la ortografía, del tipo que Andrés Bello preconizó: i por y, j por g. Al principio, temí naturalmente una broma. Mis primos me aseguraron que no, que eran cosas de Ireneo. No supe si atribuir a descaro, a ignorancia o a estupidez la idea de que el arduo latín no requería más instrumento que un diccionario; para desengañarlo con plenitud le mandé el Gradus ad Parnassum de Quicherat y la obra de Plinio.
El catorce de febrero me telegrafiaron de Buenos Aires que volviera inmediatamente, porque mi padre no estaba “nada bien”. Dios me perdone; el prestigio de ser el destinatario de un telegrama urgente, el deseo de comunicar a todo Fray Bentos la contradicción entre la forma negativa de la noticia y el perentorio adverbio, la tentación de dramatizar mi dolor, fingiendo un viril estoicismo, tal vez me distrajeron de toda posibilidad de dolor. Al hacer la valija, noté que me faltaban el Gradus y el primer tomo de la Naturalis historia. El “Saturno” zarpaba al día siguiente, por la mañana; esa noche, después de cenar, me encaminé a casa de Funes. Me asombró que la noche fuera no menos pesada que el día.
En el decente rancho, la madre de Funes me recibió. Me dijo que Ireneo estaba en la pieza del fondo y que no me extrañara encontrarla a oscuras, porque Ireneo sabía pasarse las horas muertas sin encender la vela. Atravesé el patio de baldosa, el corredorcito; llegué al segundo patio. Había una parra; la oscuridad pudo parecerme total. Oí de pronto la alta y burlona voz de Ireneo. Esa voz hablaba en latín; esa voz (que venía de la tiniebla) articulaba con moroso deleite un discurso o plegaria o incantación. Resonaron las sílabas romanas en el patio de tierra; mi temor las creía indescifrables, interminables; después, en el enorme diálogo de esa noche, supe que formaban el primer párrafo del vigésimocuarto capítulo del libro séptimo de la Naturalis historia. La materia de ese capítulo es la memoria; las palabras últimas fueron ut nihil non usdem verbis redderetur auditum.
Sin el menor cambio de voz, Ireneo me dijo que pasara. Estaba en el catre, fumando. Me parece que no le vi la cara hasta el alba; creo rememorar el ascua momentánea del cigarrillo. La pieza olía vagamente a humedad. Me senté; repetí la historia del telegrama y de la enfermedad de mi padre. Arribo, ahora, al más dificil punto de mi relato. Este (bueno es que ya lo sepa el lector) no tiene otro argumento que ese diálogo de hace ya medio siglo. No trataré de reproducir sus palabras, irrecuperables ahora. Prefiero resumir con veracidad las muchas cosas que me dijo Ireneo. El estilo indirecto es remoto y débil; yo sé que sacrifico la eficacia de mi relato; que mis lectores se imaginen los entrecortados períodos que me abrumaron esa noche.
Ireneo empezó por enumerar, en latín y español, los casos de memoria prodigiosa registrados por la Naturalis historia: Ciro, rey de los persas, que sabía llamar por su nombre a todos los soldados de sus ejércitos; Mitrídates Eupator, que administraba la justicia en los 22 idiomas de su imperio; Simónides, inventor de la mnemotecnia; Metrodoro, que profesaba el arte de repetir con fidelidad lo escuchado una sola vez. Con evidente buena fe se maravilló de que tales casos maravillaran. Me dijo que antes de esa tarde lluviosa en que lo volteó el azulejo, él había sido lo que son todos los cristianos: un ciego, un sordo, un abombado, un desmemoriado. (Traté de recordarle su percepción exacta del tiempo, su memoria de nombres propios; no me hizo caso.) Diecinueve años había vivido como quien sueña: miraba sin ver, oía sin oír, se olvidaba de todo, de casi todo. Al caer, perdió el conocimiento; cuando lo recobró, el presente era casi intolerable de tan rico y tan nítido, y también las memorias más antiguas y más triviales. Poco después averiguó que estaba tullido. El hecho apenas le interesó. Razonó (sintió) que la inmovilidad era un precio mínimo. Ahora su percepción y su memoria eran infalibles.
Nosotros, de un vistazo, percibimos tres copas en una mesa; Funes, todos los vástagos y racimos y frutos que comprende una parra. Sabía las formas de las nubes australes del amanecer del treinta de abril de mil ochocientos ochenta y dos y podía compararlas en el recuerdo con las vetas de un libro en pasta española que sólo había mirado una vez y con las líneas de la espuma que un remo levantó en el Río Negro la víspera de la acción del Quebracho. Esos recuerdos no eran simples; cada imagen visual estaba ligada a sensaciones musculares, térmicas, etc. Podía reconstruir todos los sueños, todos los entresueños. Dos o tres veces había reconstruido un día entero; no había dudado nunca, pero cada reconstrucción había requerido un día entero. Me dijo: Más recuerdos tengo yo solo que los que habrán tenido todos los hombres desde que el mundo es mundo. Y también: Mis sueños son como la vigilia de ustedes. Y también, hacia el alba: Mi memoría, señor, es como vacíadero de basuras. Una circunferencia en un pizarrón, un triángulo rectángulo, un rombo, son formas que podemos intuir plenamente; lo mismo le pasaba a Ireneo con las aborrascadas crines de un potro, con una punta de ganado en una cuchilla, con el fuego cambiante y con la innumerable ceniza, con las muchas caras de un muerto en un largo velorio. No sé cuántas estrellas veía en el cielo.
Esas cosas me dijo; ni entonces ni después las he puesto en duda. En aquel tiempo no había cinematógrafos ni fonógrafos; es, sin embargo, inverosímil y hasta increíble que nadie hiciera un experimento con Funes. Lo cierto es que vivimos postergando todo lo postergable; tal vez todos sabemos profundamente que somos inmortales y que tarde o temprano, todo hombre hará todas las cosas y sabrá todo. La voz de Funes, desde la oscuridad, seguía hablando. Me dijo que hacia 1886 había discurrido un sistema original de numeración y que en muy pocos días había rebasado el veinticuatro mil. No lo había escrito, porque lo pensado una sola vez ya no podía borrársele.
Su primer estímulo, creo, fue el desagrado de que los treinta y tres orientales requirieran dos signos y tres palabras, en lugar de una sola palabra y un solo signo. Aplicó luego ese disparatado principio a los otros números. En lugar de siete mil trece, decía (por ejemplo) Máximo Pérez; en lugar de siete mil catorce, El Ferrocarril; otros números eran Luis Melián Lafinur, Olimar, azufre, los bastos, la ballena, gas, la caldera, Napoleón, Agustín de Vedía. En lugar de quinientos, decía nueve. Cada palabra tenía un signo particular, una especie de marca; las últimas eran muy complicadas... Yo traté de explicarle que esa rapsodia de voces inconexas era precisamente lo contrario de un sistema de numeración. Le dije que decir 365 era decir tres centenas, seis decenas, cinco unidades: análisis que no existe en los “números” El Negro Timoteo o manta de carne. Funes no me entendió o no quiso entenderme.
Locke, en el siglo XVII, postuló (y reprobó) un idioma imposible en el que cada cosa individual, cada piedra, cada pájaro y cada rama tuviera un nombre propio; Funes proyectó alguna vez un idioma análogo, pero lo desechó por parecerle demasiado general, demasiado ambiguo. En efecto, Funes no sólo recordaba cada hoja de cada árbol de cada monte, sino cada una de las veces que la había percibido o imaginado. Resolvió reducir cada una de sus jornadas pretéritas a unos setenta mil recuerdos, que definiría luego por cifras. Lo disuadieron dos consideraciones: la conciencia de que la tarea era interminable, la conciencia de que era inútil. Pensó que en la hora de la muerte no habría acabado aún de clasificar todos los recuerdos de la niñez.
Los dos proyectos que he indicado (un vocabulario infinito para serie natural de los números, un inútil catálogo mental de todas las imágenes del recuerdo) son insensatos, pero revelan cierta balbuciente grandeza. Nos dejan vislumbrar o inferir el vertiginoso mundo de Funes. Éste, no lo olvidemos, era casi incapaz de ideas generales, platónicas. No sólo le costaba comprender que el símbolo genérico perro abarcara tantos individuos dispares de diversos tamaños y diversa forma; le molestaba que el perro de las tres y catorce (visto de perfil) tuviera el mismo nombre que el perro de las tres y cuarto (visto de frente). Su propia cara en el espejo, sus propias manos, lo sorprendían cada vez. Refiere Swift que el emperador de Lilliput discernía el movimiento del minutero; Funes discernía continuamente los tranquilos avances de la corrupción, de las caries, de la fatiga. Notaba los progresos de la muerte, de la humedad. Era el solitario y lúcido espectador de un mundo multiforme, instantáneo y casi intolerablemente preciso. Babilonia, Londres y Nueva York han abrumado con feroz esplendor la imaginación de los hombres; nadie, en sus torres populosas o en sus avenidas urgentes, ha sentido el calor y la presión de una realidad tan infatigable como la que día y noche convergía sobre el infeliz Ireneo, en su pobre arrabal sudamericano. Le era muy difícil dormir. Dormir es distraerse del mundo; Funes, de espaldas en el catre, en la sombra, se figuraba cada grieta y cada moldura de las casas precisas que lo rodeaban. (Repito que el menos importante de sus recuerdos era más minucioso y más vivo que nuestra percepción de un goce físico o de un tormento físico.) Hacia el Este, en un trecho no amanzanado, había casas nuevas, desconocidas. Funes las imaginaba negras, compactas, hechas de tiniebla homogénea; en esa dirección volvía la cara para dormir. También solía imaginarse en el fondo del río, mecido y anulado por la corriente.
Había aprendido sin esfuerzo el inglés, el francés, el portugués, el latín. Sospecho, sin embargo, que no era muy capaz de pensar. Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer. En el abarrotado mundo de Funes no había sino detalles, casi inmediatos.
La recelosa claridad de la madrugada entró por el patio de tierra.
Entonces vi la cara de la voz que toda la noche había hablado. Ireneo tenía diecinueve años; había nacido en 1868; me pareció monumental como el bronce, más antiguo que Egipto, anterior a las profecías y a las pirámides. Pensé que cada una de mis palabras (que cada uno de mis gestos) perduraría en su implacable memoria; me entorpeció el temor de multiplicar ademanes inútiles.
Ireneo Funes murió en 1889, de una congestión pulmonar.

Funes El Memorioso
(Artificios, 1944; Ficciones, 1944)

Poems About Stars - Demo (2010)

¡Puta madre! Estaba terminando de escribir la entrada para esto y de pronto el idiota firefox se cerró de la nada. Y no... no se guardó nungún borrador. ¡Qué mierda! Lo haré de nuevo pero ya sin muchas ganas.

Poems About Stars es el proyecto de un camarada gringo texano que conocí hace varios años por myspace. Charlábamos de música principalmente, y a veces de nuestras comunes y aburridas vidas. En una de aquellas charlas me contó sobre un proyecto individual que tenía de música electrónica, down-tempo con tintes psicodélicos, llamado Alien Acid. Los temas que tenía eran interesantes, pero terminó de sorprenderme y cautivarme cuando, este año, me mostró su nuevo proyecto: Poems About Stars.

Tan sólo con leer el nombre del proyecto uno sonríe. Yo no sé cómo describir exactamente la forma en que esto suena. Música electrónica, minimalista y dulce. Él mismo define su proyecto como "el soundtrack de un cuento de hadas". Entre sus influencias cita el polvo de hadas, los hongos mágicos y las tardes nevadas (le faltó citar el LSD). Y sí... está un poco demente el camarada pero tiene razón con lo que dice: esto es música de fantasía. Lo dejo no sólo porque es camarada, sino porque en verdad considero que es un buen proyecto y que a muchos les gustará.

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No olviden visitar:
www.myspace.com/alienacid27
www.myspace.com/poemsaboutstars

martes, 3 de agosto de 2010

Oliverio Girondo - Llorar a lágrima viva



Llorar a lágrima viva.
Llorar a chorros.
Llorar la digestión.
Llorar el sueño.
Llorar ante las puertas y los puertos.
Llorar de amabilidad y de amarillo.
Abrir las canillas,
las compuertas del llanto.
Empaparnos el alma, la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos,
y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.
Asistir a los cursos de antropología, llorando.
Festejar los cumpleaños familiares, llorando.
Atravesar el África, llorando.
Llorar como un cacuy, como un cocodrilo...
si es verdad que los cacuíes y los cocodrilos
no dejan nunca de llorar.
Llorarlo todo, pero llorarlo bien.
Llorarlo con la nariz, con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo, por la boca.
Llorar de amor, de hastío, de alegría.
Llorar de frac, de flato, de flacura.
Llorar improvisando, de memoria.
¡Llorar todo el insomnio y todo el día!

lunes, 2 de agosto de 2010

Extremoduro - La ley innata (2008)

A partir de la siguiente semana, en la que volveré a clases, tendré mucho menos tiempo de escribir y publicar pero quiera Alláh tenga yo tiempo suficiente para seguir con este proyecto. Aparte de eso, no sé qué decir. Aburrida vida mi vida es y cada vez odio más a los yankees y su política imperialista (véase este link). Ahora iré a lo que más nos concierne, a la música, y hablaré de un disco que desde hace tiempo quería publicar y no sé por qué causas supranormales no había podido hacerlo.

En el post anterior hablé un poco de Extremoduro. La banda nació en 1987 en la ciudad de Plasencia, España, en la región de Extremadura (¿les dice algo el nombre mismo de la banda?). Durante los primeros diez años de existencia tuvo muchos cambios en sus integrantes, pero desde 1997 la alineación de la banda se ha mantenido estable; siendo Roberto "Robe" Iniesta, guitarrista y vocalista, el único miembro que está en la banda desde su fundación. La banda ha lanzado nueve álbumes de estudio, un CD en vivo, un DVD en vivo y un recopilatorio. "Rock transgresivo", aparte de ser el nombre de su primer álbum, es la denominación que ellos mismo le han puesto a su música. Y hay que creerles. La temática y el estilo de Extremoduro siempre han sido provocativos, fuertes y muy criticados. Entre sus principales influencias citan a AC/DC y a Leño, así como a la escena del Rock radical vasco (que felizmente me lleva a mi infancia). Con letras sobre sexo, drogas y amor, han sabido darles un sentido verdaderamente profundo, poético y filosófico a estos tópicos tan gastados. El Rock transgresivo puede ser considerado como un género que sólo una banda pudo inventar y sólo ella podría seguir haciendo.

A pesar de esto y sin afán de desilusionarlos, el disco de hoy, el más reciente de la banda, es un giro en el estilo musical de Extremoduro. Yo no diría que es un disco más suave ni más elaborado, pues los discos anteriores han sido bastante bien hechos y cuidados. Diría, como muchos, que es un disco más maduro, serio y profundo. Más melódico pero no menos provocativo, este disco incorpora instrumentos que la banda antes no había usado: flautas, piano, trompetas, oboe y violines. De las letras no podría decir mucho, uno las escucha y se embelesa; sin embargo, nunca termina de comprenderlas. El álbum está concebido como una sola unidad de 45 minutos, aunque para comodidad del público fue divido en 6 tracks continuos. Contestatario, rebelde, romántico (en el sentido del siglo XIX), filosófico y poético: un álbum perfecto.

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Les dejo la traducción de la portada que se encuentra dentro del booklet del disco:
"Existe, de hecho, jueces, una ley no escrita, sino innata, la cual no hemos aprendido, heredado, leído, sino que de la misma naturaleza la hemos agarrado, exprimido, apurado, ley para la que no hemos sido educados, sino hechos; y en la que no hemos sido instruidos, sino empapados." Cicerón.

domingo, 1 de agosto de 2010

Franz Kafka - Una cruza

Tengo un animal muy singular, mitad gatito, mitad cordero. Es parte de las posesiones de mi padre que recibí en herencia; pero sólo desde que está conmigo se ha desarrollado; antes era mucho más cordero que gatito. Ahora, en cambio, se presenta con ambas naturalezas muy equilibradas. Del gato la cabeza y las uñas; del cordero el tamaño y la figura; de ambos los ojos, llameantes y salvajes; el pelo, suave y corto; los movimientos, que tanto pueden ser saltarines como despaciosos. Al sol, sobre el antepecho de la ventana, se hace un ovillo y ronronea; en el prado corre como un loco, y apenas es posible echarle mano. Huye de los gatos, y le gusta atacar a los corderos. En las noches de luna son los tejados su lugar de paseo preferido. No puede maullar, y le repugnan las ratas. Ante el gallinero puede estarse echado horas enteras, al acecho; sin embargo hasta el momento jamás ha aprovechado oportunidad alguna de cometer un hecho de sangre.

Lo alimento con leche dulce; es lo que mejor le cae; la sorbe a tragos largos por entre sus dientes de fiera. Naturalmente es todo un espectáculo para los niños. Los días de visita son los domingos por la mañana. Yo coloco al animalito en mi regazo, y los chicos de todo el vecindario se paran a mi alrededor. Entonces se formulan las preguntas más inverosímiles, preguntas a las que nadie podría contestar: por qué existe un animal semejante; por qué soy yo precisamente quien lo tiene; que si antes de él ha habido ya algún animal así, y qué pasará después de su muerte; que si se siente solo; por qué no tiene cría; cómo se llama, etcétera.

No me tomo la molestia de contestar, sino que me reduzco a mostrar, sin más explicaciones lo que poseo.

A veces los niños traen gatos consigo; una vez llegaron hasta a traer dos corderos; pero, contra lo que esperaban, no se produjeron escenas de reconocimiento; se miraban mutuamente con ojos de animales, y resultaba evidente que cada uno aceptaba la existencia del otro como una realidad dispuesta por Dios.

En mi regazo el animal no conoce miedo ni apetitos persecutorios. Acurrucado contra mí es como mejor se siente; está apegado a la familia que lo crió. No se trata de una fidelidad fuera de lo común, sino del auténtico instinto de un animal que tiene sobre la tierra innumerables parientes políticos pero quizá ninguno consanguíneo, y para el cual, por este motivo, la protección que ha encontrado en nosotros es sagrada.

A veces no puedo menos que reírme cuando me olfatea, se desliza por entre mis piernas y no hay modo de separarlo de mí. No contento aún con ser cordero y gato, casi que quiere ser, además, perro. Una vez que yo –cosa que puede ocurrirle a cualquiera- me encontraba en un callejón sin salida en mis negocios y en todo lo relacionado con ellos, quería abandonar todo, y en tal estado de ánimo estaba en casa echado en el sillón-mecedora, con el animal en el regazo, al bajar por casualidad la vista, noté que los enormes pelos de su barba goteaban lágrimas… ¿Eran mía? ¿Eran suyas? ¿Es que aquel gato con alma de cordero presumía también de humano? No es gran cosa lo que heredé de mi padre, pero esta parte de la herencia es algo como para lucir.

Siente en sí las inquietudes de ambos: las del gato y las del cordero, por más distintas que sean; por eso siente que su pellejo le queda chico.

A veces se sube de un salto al sillón, se ubica a mi lado, apoya con fuerza las patas delanteras en mi hombro y mantiene su hocico pegado a mi oreja. Es como si me dijese algo; y, efectivamente, después se inclina hacia adelante y me mira a la cara, para observar qué impresión me ha producido lo que acaba de comunicarme; y yo, por complacerlo, hago como si hubiese entendido algo y asiento con la cabeza. Entonces salta al suelo y bailotea en torno de mí.

Para este animal quizás el cuchillo del carnicero fuese una solución, que, sin embargo, tengo que negarle por tratarse de algo heredado. Por eso tendrá que esperar a echar por sí solo el último suspiro, por más que a veces me mire con ojos humanamente inteligentes que parecieran incitarme a proceder con inteligencia.


Transcripción de Relatos completos, T. II (Relatos póstumos)

Trad.: Francisco Zanutich Gómez

Buenos Aires, Losada, 1981